sábado, 10 de noviembre de 2012

Cierra los ojos



 Georgia me mira con los ojos dormidos y callados, recorridos por una sombra gris que se le
 riega por el párpado haciéndola lucir muerta. No se mueve sino es para llevarse la taza de té
  Que tiene en las manos hasta la boca; le he ofrecido café pero Georgia no lo bebe por miedo a morir
  de corazón grande. "En el corazón no pueden caber muchas cosas" dice "Porque después se van y se queda
  El espacio vacio" El espacio vacío, repite Georgia con cara triste o resignada, no se. El espacio vacío, el
  Inminente espacio vacío que existe entre todas las cosas, hasta Entre Georgia y yo, un espacio vacío que nos separa.
 La taza de té humea, sube y después baja puesta en su mano, no tiene marcas de labial porque Georgia no lo usa,
  o Quizás mis besos se lo han borrado de los labios. Son las seis de la tarde y ha comenzado el sol a acostarsenos encima, diciendo adiós
 Por la ventana,  amoratándonos los rostros como si se tiñera la hora, lentamente, la hora de oscuridad. Son las seis de la tarde y ninguno de los dos tiene nada para decir, ni nada para guardar, apenas tengo calor, un chocolate en el tocador y el primer orgasmo de la noche atrabancado en algún lugar de la conciencia, Georgia sin embargo luce tranquila,ni jadea, ni transpira, nada más posee un ligerísimo mador sobre el cuerpo que la hace brillar como bañada de escarcha, envuelta al descuido en su batita de visillo que usa para recomponerse después de que le hagan el amor, con la bata puesta espera
  A que la posean otra vez y después otra vez se coloca la batita visillo y otra vez se la arrancan y otra vez se la pone...
  Y otra vez se la arrancan y otra vez se la pone y así sucesivamente hasta el final.
 -Casi debo irme - Comenta como buscándole un antídoto al silencio. No respondo porque se que es una amenaza insulsa,ella se queda hasta que se lo ordenan, es una puta de alquiler, una indeleble puta de alquiler que cuando se va ya no se olvida.
  La miro fijo, ella levanta una ceja, agita ligeramente la cabeza para removerse el gajo despeinado del cabello negro que le cae sobre la frente y suspira después dejando la taza casi vacía sobre la mesita de luz, rápidamente se mira en el espejo
   Como quien se busca queriendo encontrarse pero Georgia sabe que no se va a ver, que allí sentada no está ella, sino un cuerpo vacío haciendo lo que ya sabe hacer, lo que la vida le dice, lo que todos quieran. Un cuerpo sudado, hundido en
    La tétrica seis de la tarde que pronto pasa y se la llevará de la faz, Georgia le teme al olvido, a que la quieran y a que la borren. 
    -¿Te veré mañana?- pregunto colocándome la camiseta que habia dejado abandonada en el borde de la cama.
 -Creí que aun no me iba - Inquiere con cara rara, como si no entediera.
  - No te digo que te vayas - Objeto haciéndome de pie. Una hormiquita me recorre el cuello.
  - ¿Entonces qué? - La hormiga se escabulle de mi palma que pretende aplastarla, desboronarla entre los dedos y lanzarla
  Por ahí hecha una pajita negra.
  - Solo quiero saber
  -¿Saber qué?
  -Si vuelves - Digo cojiendo del tocador un cepillo de mujer que no recuerdo como llegó a parar en mi casa, lo deslizo por mis cabellos haciendo caso omiso de la hormiga que urga por el cause de mi espina dorsal, se rie, lo se, se frota las patas
  Como las moscas, y después de pronto me pincha porque no me soporta. ¿Que le habré hecho? Me pregunto, dejando que sola
  La hormiguita se vaya. Georgia me mira, lo se, siento el peso de su mirada fuerte y dormilona clavada como una hormiga en mi espalda, escucho el liviano silvido de su respiración tranquila, los palpitos de su corazón duro que se desespera por saber que es lo que sigue ahora, que más le pienso hacer antes de olvidarla.
 -Eres raro - Sentencia, desviando los ojos a la ventana. Afuera la soledad es irremediable y le cae sobre los hombros a los que caminan hacia sus casas después de la larga jornada, bajo las sombras que comienzan a taparles la identidad a refugiarlos en nombre de la oscuridad y a combertirlos en extraño caminando por una misma calle, pero aun así tienen algo en común:Todos quieren llegar a casa.
  -Eso creo - Suspiro y me siento en la butaca de la esquina. Georgia se rie dirigiendo la vista hacia mis ojos.
  -¿Por qué lo crees? - se encoge, agarrándose las dos piernas con las manos, como si pretendiera guardarse, esconderse de si adentro de si misma, De pronto me parece una niña asustada, pero experta de todas formas.
   - No lo se, sinceramente
   - Eres raro y lo sabes, pero no sabes por qué.
   - Asi son las cosas
   - ¿Te gusta?
   - ¿El qué?
   - Ser raro
   - No puedo saberlo, no conozco otra cosa. - Trago saliva - Te extrañé la mañana pasada- Mascullo cambiando de expresión.
   -¿Porque no vine?
   -No, porque te fuiste muy rápido.
   Ocurre un silencio - Si - dice asintiendo con la cabeza y sus cabellos negros flotan.
   -  ¿Si?
   -Vuelvo.
  La noche se acuesta sobre la atmósfera, la espesa, la enfria, los extraños de afuera huyen de ella caminando más rápido,
    Georgia, por su parte, como si no supiera que pasa cuando cunde la oscuridad la inmensidad de la tierra, se derrumba plácida sobre el colchón desarreglado, le susurra algo al vacío, al espacio vacío que sobra en toda la estancia, y me espera.

   

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