miércoles, 13 de marzo de 2013

Nadie canta nana.




Despido a la noche con un suspiro, como siempre.
Ya me canso de hablar de ella.
De decir de ella, de estar en ella.
Quiero sonreir y si pienso en algo, se me ocurre
La cara de un payaso gordo, de naríz naranja, que singular.
Me rio, porque lo recuerdo, mi mamá solía ponerselo en la mano,
Porque era un muñequito, y hablar con el.
El payaso me saluda, Payaso mané, y se mueve de un lado a otro,
Le veo los ojitos de punto negro y una risa rara como una linea
Que casi no se ve. Mi mamá de payaso, es lo último que poseo
En la memoria, lo más lejos que puedo retroceder, allá
a una habitación de luz tenue, donde todo lo que tengo es
 la cara de mamá con sus risos café y sus besos de labial.
Lloro de la risa, tiemblo, Esta noche. ¡ya la mencioné!. hace frio.
  Me siento en el medio de lo oscuro a escribir un cuento, que inicio y que no
Termino porque me cuestan los finales, yo quiero ser como infinito, que no
se describe ni se sabe, solo es y tampoco es, es nada, es infinito, yo quiero
Ir al tiempo donde no se detienen las historias, donde no se recuerda el presente
Porque los días pasan, y las noches vuelan, yo quiero un érase una y mil veces,
Yo quiero un beso, yo quiero a mi payaso Mané.
  Termino de saber esto, y alguien me mira desde adentro de mi,
Que idiota.

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